Los “carteles Heidi” en Tenerife

Enrique Talg Schulz nació en 1894 en Reinstorf Horndorf, pequeña población alemana cercana a Hamburgo. Trabajó en Alemania, Suiza, Inglaterra, Bélgica y Francia para su formación profesional en turismo. Atraido por el prestigio de la isla y conocedor de la hostelería de vanguardia, no dudó en establecerse en Tenerife y convertirse en pionero del turismo canario. Regentó el Hotel Quisisana en Santa Cruz de Tenerife, el Gran Hotel Taoro y más tarde el Hotel Martiánez, ambos en el Puerto De la Cruz.

En 1954 Canarias ocupaba uno de los últimos lugares en el ranking turístico español, frente a lugares punteros como Mallorca, el litoral vasco, la Costa del Sol y la Costa Brava. La impagable labor de Talg Schulz en el desarrollo de esta industria le llevó a presentar a las entidades del sector, como la Junta Local de Turismo, el CIT, ayuntamientos o gobierno civil, innumerables ideas y sugerencias para la mejor atención y servicios al turista. Gracias a sus gestiones en Munich logró atraer algunas líneas extranjeras, como la Startour, que transportaba más de trescientos viajeros anuales, lo que incentivó las construcciones hoteleras de la isla. Enrique Talg Schulz recibió la Medalla de Plata al Trabajo y el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Falleció en su casa Villa Dácil, en el Puerto de la Cruz, en agosto de 1962.

El primer colegio de su hijo Enrique Talg Wyss fue el alemán de Santa Cruz de Tenerife. En 1933, al fallecer su madre, el joven, con nueve años, marchó a Suiza para quedar al cuidado de su tía hasta que al finalizar la Guerra Civil española regresó al Puerto de la Cruz. En 1944 inició su carrera como aprendiz en el hotel Taoro y, siguiendo las huellas de su padre, continuó su formación en el hotel Palace de Madrid. Al regresar en 1949 a Tenerife, desempeñó el cargo de recepcionista en el hotel Martiánez. En 1952 ejercía también como ayudante de dirección del Taoro. En 1958 emprendió la construcción del Hotel Tigaiga en el Puerto de la Cruz, cuyo nombre fue elegido para darle utilidad a la cubertería del Hotel Taoro, que mostraba las iniciales HT.

Busto de Enrique Talg Wyss en el Puerto De la Cruz.

Enrique se casó en 1964 con Gisela Reineke Hecker, doctora en medicina, gran amante de la naturaleza y de la botánica, que también adquirió la nacionalidad española. El matrimonio fue ejemplo de compromiso con el medio ambiente, siendo su hotel posiblemente la instalación más premiada por instituciones públicas y agencias de viajes. El hotel pronto adquirió fama internacional, sobre todo en Alemania, por su esmerado trato al cliente, su amplia y exquisita gastronomía, así como el permanente mantenimiento y conservación del edificio, cuyos jardines fueron diseñados por Gisela. 

Aparte de su participación en política como concejal del Puerto de la Cruz, Enrique Talg Wyss destacó como promotor del senderismo en Tenerife. Esta práctica, ya sugerida por su padre, se convirtió en la principal oferta a sus clientes. En todo este proceso de consolidación de caminatas, estuvo participando desde los años setenta su hombre de confianza, Gregorio Carmelo, responsable de guiar a los senderistas por las rutas de la isla. Enrique estuvo siempre en cuantas reuniones se celebraron en los estamentos oficiales sobre proyectos de creación de senderos turísticos, en gran mayoría a su instancia, por su vocación senderista y notable experiencia adquirida en sus numerosos viajes a los países más avanzados en esta forma de hacer turismo. Enrique falleció repentinamente el 27 de diciembre de 2006, a los 82 años de edad, coincidiendo con el Día Mundial del Turismo.

Las propuestas de Enrique Talg Wyss para el acondicionamiento de la red de senderos incluían una señalización compuesta por carteles amarillos en forma de rombo. No está muy claro si fue por la semejanza en color y forma con las señales de los senderos en Suiza, por la imagen de una niña que aparecía en ellos, o por la suma de ambas cosas, que fueron bautizados popularmente en Tenerife como «carteles Heidi». Muchas de las señales se clavaron en los árboles, lo que provocó que décadas después estuvieran situadas a varios metros de altura, puesto que a medida que los árboles crecían las señales iban subiendo. Ello alimentó la leyenda infantil de que están tan altas porque se ponían para los gigantes que vivieron tiempo atrás en esos montes. Hoy en día todavía se puede encontrar alguna, pero la mayoría han desaparecido.

Fotografías de Ana González Díaz y Carlos González Rivero.
Fotografía de Alejandro Serrano León.
Señalización de un sendero en Suiza.

Actualmente olvidadas o perdidas, estas señales fueron un precedente en la señalización de senderos, una oferta alternativa de ocio y salud que adquirió categoría de actividad turística en 1972 y que aún sigue atrayendo un turismo de mayor nivel cultural y poder económico.


Fuentes:

· La familia Talg y la hospedería moderna en Canarias, por Nicolás González Lemus – Sept 2009.
· Senderos turísticos de Tenerife – Blog del Hotel Tigaiga

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