El mítico Cuasquías, cerrado ahora hace ocho años, fue mucho más que un pub y sala de conciertos. Punto de encuentro de la intelectualidad y la bohemia, fue un referente de la vida social y cultural de la capital grancanaria durante tres décadas, un fenómeno colectivo y alternativo. Con una programación heterogénea de conciertos, actividades teatrales y literarias, tuvo temporadas de éxito tremendo.
Cuando en 1982 Toñín Barrera tomó las riendas de un grill en el nº 8 de la calle Venegas, el local comenzó a ser frecuentado por gente de las artes y la música. Pronto, aquellos músicos del foclore, de la canción de autor y del jazz, comenzaron a reclamar un espacio para tocar en directo y Toñín decidió reconvertir el grill en sala de conciertos. Le acompañaron en el proyecto Juan Miguel Zerpa, Antonio Aguiar y Miguel Ramírez, músico que más tarde dirigió el Festival Canarias Jazz & Mas Heineken. Allí empezaron a hacerse notar unos jovencísimos Coquillos. La sala estuvo operativa hasta 1994, cuando unas fuertes lluvias inundaron el local. Cuasquías se trasladó a la Cuesta de San Pedro, entre Triana y Vegueta, al palacete de 2.700 metros cuadrados que hasta entonces ocupaba el pub Pool. El edificio, construido en 1857, perteneció a Luis León y Castillo de Olivares, segundo hijo del ingeniero teldense Juan León y Castillo y marqués de Muni al heredar el título de su tío, el político Fernando León y Castillo y hermano de su padre.

El Cuasquías de Triana fue casa de acogida de artistas y los que aspiraban a serlo. Los músicos encendían espontáneamente jam sessions en las que mandaba la improvisación. El saxofonista Morgan asomó un día por el local para quedarse; allí estuvo con Escándalo Público, Sin Afrika o La Deliciciosa. Por su escenario pasaron pesos pesados del jazz como Arturo Sandoval, Joe Lovano, Jerry González, Jim Mullen, Jorge Pardo, Kike Perdomo, Polo Ortí, Carlos Carli o Miguel Ángel Chastang. Allí se descubría a jóvenes timplistas como el malogrado José A. Ramos, que presentó su timple electroacústico y a los también jóvenes Pedro Guerra, Rosana o Arístides Moreno, en el mismo escenario que pisaron Luis Pastor, Hilario Camacho, Javier Krahe, J. Andreas Prittwitz o Javier Bergia. La música latina dejó episodios históricos con Compay Segundo, Elíades Ochoa y Amparo Sandino. El pop y rock tuvieron sus noches de gloria, destacando a Sobrecarga, Sugar Hill Band, Fracaso Escolar, Sin Saldo, Prana, No Problem, Si yo fuera rico y bandas nacionales como Australian Blonde. Fue trampolín para una legión de músicos canarios, como Ginés Cedrés, Charlie Moreno, Benito Cabrera, Domingo Rodríguez el Colorao y Paco Marín.
Durante años, Cuasquías albergó semanalmente un espacio dedicado a la literatura: el Matasombras, coordinado por el colectivo del mismo nombre. Mesas redondas, presentaciones de libros y sesiones de teatro leído fueron habituales. Las pasiones literarias y plásticas eran el eje de Nocturna Free de Manolo Padorno, sesiones improvisadas en las que cada noche tocaban un instrumento distinto que ninguno sabía manejar. Alexis Ravelo, ahora reputado escritor, entró en el Cuasquías un diciembre de 1994 y terminó trabajando 14 años de camarero. “Fue un local que me mató el hambre del estómago, del intelecto y del espíritu. En aquel entonces yo trabajaba en la terraza Varadero, fuí a la inauguración y terminé detrás de la barra sirviendo copas. De aquella época me quedo con algunos episodios impagables, como servirle un botellín a Joan Manuel Serrat“.
La aventura duró hasta marzo de 2013, fecha en que el Cuasquías echó el cierre, ahogado por la crisis económica, la evolución del ocio nocturno entre las nuevas generaciones y el retraimiento del consumo que causó la crisis económica.
Rescate del rótulo
Gracias al aviso de nuestro socio y amigo Eduardo Reguera y a la generosidad de la familia Franchy, propietaria del edificio y a la que agradecemos su colaboración y sensibilidad para la conservación del Patrimonio Gráfico, Insula Signa ha logrado rescatar el mítico rótulo, que será una joya en nuestra colección, como símbolo de una época dorada del ocio nocturno en Las Palmas de Gran Canaria. Su destino estaba abocado a la desaparición, por su estado de deterioro progresivo y por hallarse actualmente el inmueble a la venta.

El desmontaje fue más complicado de lo esperado, por el deterioro del soporte donde estaban fijadas las letras, lo que nos obligó a retirarlas individualmente. Una vez más, hemos de agradecer a nuestra colaboradora Patrimonia Consulting la puesta a nuestra disposición de todos sus medios para llevar a cabo el trabajo con la debida eficacia.
Ahora, el rótulo de Cuasquías espera en nuestro taller su turno para ser restaurado como merece y exhibido en un lugar apropiado. No sólo hemos rescatado un rótulo, sino que hemos preservado un capítulo importante de la memoria colectiva de nuestra ciudad.
Fuentes:
- El trago más amargo del Cuasquías en 30 años. Diego F. Hernández, La Provincia, marzo de 2013.
- La sala Cuasquías echa el cierre. Diego F. Hernández, La Provincia, marzo de 2013.
- La casona del Cuasquías sale a la venta por más de seis millones de euros. Lourdes S. Villacastín, La Provincia, abril de 2013.